Con más de 300 publicaciones y libros sobre Derechos Humanos, Derecho Constitucional, Derecho Ambiental, Derechos de los Usuarios y Consumidores y Cambio climático, Marcelo López Alfonsín es una voz reconocida dentro del Derecho en Argentina. Graduado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en 1986 y Doctorado en Derecho en 2012, López Alfonsín ocupa hoy un lugar en la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo, Tributario y de Relaciones de Consumo en la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, uno de los fueros más modernos e interesantes creados en los últimos años.
El catedrático visitó la provincia invitado por la Asociación de la Magistratura y la función judicial de Tucumán, que preside la camarista Marcela Ruiz, y por la Fundación Universitaria del Río de la Plata, filial Tucumán, a cargo del doctor Hugo Danesi, y disertó en la Facultad de Derecho de la UNT, además de participar de un conversatorio en el Poder Judicial. Antes conversó con LA GACETA; habló de la crisis de credibilidad de la Justicia y pidió que los jueces sean los primeros en dar el ejemplo. Este fue el diálogo.
- Es un momento interesante para el Derecho Constitucional, por cómo se están judicializando muchas decisiones del Gobierno…
- El Derecho Constitucional es, de todos los derechos, el más político. La esencia, la materia central de la que se nutre el Derecho Constitucional es el poder. Cómo dividir el poder, cómo controlar al poder y cómo dividir el poder para defender los derechos fundamentales. Siempre lo político y lo jurídico en el Derecho Constitucional estuvo muy unido. Mi viejo maestro Alberto Antonio Spota, que fue un gran constitucionalista, escribió todo un libro sobre lo político y lo jurídico en el poder constituyente. Ahora, esta afición, esta, para mí, enfermedad que tenemos los argentinos de los últimos 25 o 30 años, le diría desde la década del 90, por lo menos, de judicializar la política y politizar la justicia también, de los dos lados, no le hace bien al Derecho Constitucional. No le hace bien a la división de poderes, no le hace bien ni a la política ni a la justicia. Esto se da con otra cosa que no es menor. Hace poco tuve acceso a una tercera encuesta de Cultura Constitucional que hizo Antonio María Hernández con otros sociólogos, donde el ciudadano común en lo que menos cree es en la justicia, así que también es bueno que los jueces asumamos que no nos tenemos que meter en cosas para las cuales somos el menos democrático de los poderes. Y no estoy entrando en un debate sobre democratización de la justicia. Entonces, creo que hay que mantener equilibrios, creo que la justicia tiene que mantener su equilibrio para no meterse donde no corresponde. Creo que lo que está haciendo la Corte en general va en ese sentido. En los fallos Rizzo y el de La Rioja (N de la R: se planteaba la inconstitucionalidad de los decretos firmados por el presidente Javier Milei) dijeron “no hay caso”. Podrían haber avanzado más y dijeron, claramente, no hay caso todavía, pero cuando me toque verlo, resolveremos. Ahora lo que es una vergüenza es que la Comisión Bicameral del Congreso no se haya reunido, ya que tiene plazos constitucionales y legales para hacerlo. Y que la Justicia tenga que ocupar ese rol no está bien.
- Pero con su experiencia, ¿le preocupa lo que está sucediendo hoy o le parece que ya hemos pasado esto y no hubo demasiados cambios?
- Me preocupa. Me preocupa otro dato que a lo mejor los jueces no lo decimos en primera persona con tanta claridad como te lo estoy diciendo. Yo creo que es un dato, si lo querés, te lo digo más de mi rol académico. La crisis de la representación de la sociedad no se da sólo en lo que ahora se llama la casta o la dirigencia política, empresarial, sindical. Se da también en la Justicia. Creo que hay algunas cosas que los jueces tenemos que asumir con un poco de mayor seriedad para volver a recuperar esa credibilidad. Y creo mucho en eso, en la ejemplaridad. Cuando te digo la ejemplaridad... Si yo no doy el ejemplo, el de abajo... Yo estoy a favor de que los jueces paguemos Ganancias. Me hice juez a los 50 años. Soy juez desde hace 11 años. Antes laburé en otros lados, estuve metido en la política, trabajé en el Senado, laburé en la profesión y también en otros lados de la vida pública. Y uno tiene que tener esa realidad. Los jueces tienen que bajar al llano ¿no? Si me permitís, esto de la ejemplaridad te lo pongo como una vieja frase de un lord inglés. Se llamaba Lord Acton. Y lo recuerdo sobre todo ahora que estamos en este proceso tan cuestionado de designación de nuevos jueces de la Corte y demás. Un juez tiene que ser ante todo un caballero. Si sabe derecho, mejor. Y eso tiene que ver con la ejemplaridad. Eso me parece que los jueces tenemos que asumirlo... No nos tenemos que hacer los indiferentes. Hay un descreimiento. Hay una crisis que alcanza también al Poder Judicial. Y esta parte del Poder Judicial hace que cuando uno ve una encuesta de Cultura Constitucional, somos los que estamos a la cabeza de por qué no se cree.
- ¿Cómo está viendo la situación de los derechos humanos en el país?
- Claramente, Argentina es reconocida en el mundo, entre otras cosas, por lo que ha hecho en materia de derechos humanos. Así como nos hicimos tristemente célebres en el mundo por haber inventado la palabra desaparecidos. Recordará que cuando vino el Papa pronunció la palabra desaparecidos porque la pusimos entre comillas a “conocer” en el mundo y tenemos una de las mayores cifras de terrorismo de Estado del mundo. Pero también tenemos un lugar ejemplar en materia de reparaciones de esas violaciones a los derechos humanos. El juicio a las Juntas en 1985 es un ejemplo. Si Argentina ocupa el lugar que, por ejemplo, le hace integrar en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas el lugar permanente que tiene desde su creación, es porque se la reconoce en materia de derechos humanos por lo que es. Memoria y verdad y justicia para mí, en la Argentina, ya es un tema que está consolidado. Que habrá gente que no le guste, sí. Que habrá gente que va a intentar seguir boicoteándola, sí. Pero para mí es un tema que ya está consolidado. Los derechos humanos son hoy los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Y sobre eso tenemos que laburar. No podemos mantener una bandera de derechos humanos con el 52% de pobreza. No se concibe ningún modelo de defensa de los derechos humanos con el 52% de pobreza de la población argentina. Hoy el principal problema de los derechos humanos se llama combatir la pobreza.
- ¿Y qué pasa con los derechos ambientales?
- Ya se incorporó la agenda en materia de derechos ambientales. Se hicieron muchas cosas muy buenas a partir de ese rol fundamental que puso la Corte para ocuparse de temas ambientales. Sin embargo, el tema ambiental hoy está empezando a desaparecer de la agenda. No debiera ser así. Nosotros tenemos compromisos internacionales, nacionales, y esto es de todos. En materia de derechos humanos para atrás, Memoria, verdad y justicia están consolidadas: para adelante, los pibes están infinitamente mejor formados que nosotros. Por suerte, a un montón de taras que tenemos nosotros, los pibes ya las tienen incorporadas: no a la discriminación en materia de un montón de cuestiones; respeto de los derechos ambientales. El desafío es fortalecer mucho el tema de la educación ambiental. Se va a fortalecer más culturalmente, sociológicamente, que jurídicamente.
- ¿Cuáles son los beneficios del fuero de Consumo que usted integra?
- Hace unos años una revisión judicial obligó a la Ciudad de Buenos Aires a crear una justicia en el fuero de consumo. Era una incertidumbre qué podía llegar o que no podía llegar; íbamos a tener 200.000 causas que tenían que ver con la lavadora, la factura de teléfono, la justicia de menor cuantía. No, la realidad es que en el medio vino la pandemia y se empezaron a armar, primero, muchas causas vinculadas con temas crediticios, temas financieros de crédito que no me dieron, tasa de interés, la resolución de los temas bancarios, los financieros del Banco Ciudad, todo pasa por el tema de la justicia de consumo. Se le agregaron temas de turismo y transporte aéreo. Y ahí, con mucha actividad de los Tribunales para determinar la competencia, quedó claro que las cuestiones que tienen que ver con agencia de turismo son temas de consumo que resuelve la justicia de la Ciudad de Buenos Aires. Después hay muchas cuestiones vinculadas con supermercados, casas de artículos de productos vinculados con los temas de garantías. Ahora, le agrego un cuarto tema que se está sumando mucho en el último tiempo, que es un tema novedoso y sobre el cual no tenemos conflicto pero podría llegar a haberlo, que es el tema de las compañías de seguros, póliza de cumplimiento y póliza de seguro. El clásico conflicto del cumplimiento de la póliza de seguro se está dando en el último tiempo cuando la póliza de seguro queda desbalanceada en relación con la realidad inflacionaria. El quinto sería el tema de la telefonía celular. Hoy en día, para que usted tenga idea, hay en esos tres juzgados que arrancaron hace menos de tres años más de 4.000 causas. Es un montón. Pero significa que hay una demanda. Hay una demanda creciente porque todavía hay que hacerlo conocer. Hay una demanda porque todavía no se terminó de aceitar el mecanismo de la conciliación previa. Esto va a crecer cada vez más. Lo que veo es que va a haber muchas provincias que van a empezar a cambiar. Tiene cosas fundamentales como la oralidad, la celeridad y la gratuidad. Yo creo que va a ser un ejemplo para muchas provincias con este modelo. Hay que aprovechar una nueva realidad, que encima tiene jerarquía constitucional a nivel federal y a nivel de casi todas las constituciones provinciales, con leyes de consumidores que en general son buenas, y ahora lo que falta son buenos operadores judiciales.